Orden del día
Los hombres que quise se llevaron todo.
El dinero, los libros, lo que yo era.
Con la cuenta vacía, la casa vacía, los ojos vacíos
regresé y cerré la puerta.
No había modo de salir.
Grité por días pero no hubo nadie.
Me doblé del agotamiento.
El cielo cambió de color y ahí estaba yo
olvidando quién fui
recordando quién fui
todo a la vez en extrema confusión.
Qué difíciles tiempos para ser una,
para hacerse, para contarse, para darse.
Qué terribles días para sanar
y enfermar de nuevo
el ardor, la fiebre, la palabra dar.
Había un muchacho en la piscina,
era hermoso.
Entraba al agua y el mundo quedaba suspendido
no podía dejar de verlo
puro músculo, piel tensa, casi podía tocarlo con los ojos
las perlas del agua lo cubrían
como un collar extra grande, perlas transparentes,
parecía que una mujer le había llorado encima
con lentitud y pereza, lánguidas lágrimas
un traje traslúcido que servía para no
hundirse.
Él era agua bebiendo el agua de la piscina,
él era fuerza
y yo, a dos carriles de él,
me sometía.
Mis pies estaban pegados al azulejo
del fondo
mis ojos querían amarlo
entrar en él
verlo dormir
pero recordé quién era yo
noté quién era él
y mi casa vacía se hizo presente.
Yo era la casa sin muebles,
él era la abundancia, las uvas, el pan, el queso, la miel, la mantequilla,
nada quedó para mí
pues los hombres que quise y quise mucho,
se llevaron todo.
Mi casa sufrió un incendio.
Yo soy las cenizas.
Brenda Ríos (Acapulco, Gro). Becaria de la primera generación de la Fundación para las Letras Mexicanas, FONCA Jóvenes Creadores, Residencias Artísticas, PECDAG. Editora, escritora y traductora. Sus libros pueden ser descargados de manera libre en cuadronegroediciones.org. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano.