Los buenos imanes
Las palabras son los cubiertos de los pobres.
Obleas en boca de todos
los suplicantes.
Larvas de mosca
Sarcophagidae
en la mollera
de los nuevos reclutas.
Limosna en la charola del que fue a la escuela
y volvió sin brazos.
Monedas que entre más circulan
menos valen.
Pero
aunque todo sea desgaste
(y es cierto que me duele el culo
de tanto darlo todo por sentado)
hay palabras que no entiendo
cómo diablos
van cogiendo
electromagnetismo
con cada vuelta;
su maña espiral
alude al caracol del oído
y es ahí donde se alojan.
Claro que
los poetas y los hacedores de mitos
también viven en el oído.
(En la cueva del oído se esconden los prófugos.)
Poe, por ejemplo.
Ulalume, Ligeia,
el cuervo del estribillo:
agujeros negros de alta factura.
La gravedad de estas palabras es dominante, ergo—
la luz va y se pierde en su tonel negro,
la barriga bailarina de la que cuelgan todos los cielos.
La barriga que baila la Zarabanda de Händel.
La barriga que baila en Rioja
la danza de los zancos
para exhibir
los trapos del sol
y la sabia lección del trompo.
La barriga que baila en Costa de Marfil
con los negros que son grullas
que son trompos
que son brujos
y esclavos de la elipse.
Gira lejos la barriga
y come todo lo que cae en sus faldas;
los sopla-flautas de Pan
y Joujouka
le dan cuerda todo el día.
Gira con el calderón de las brujas donde se cuecen las médulas
y las potencias.
Gira hasta que todo queda limpio y comprimido,
ergo los diamantes
que a tantos hombres maté
para poder engarzar en tu anillo.
Ya recuerdo otra palabra-imán
que nunca se acaba
en la literatura
o en las otras colonias—
¡es la palabra horror!
Yo digo que Conrad
escribió El Corazón de las Tinieblas
como quien construye una pirámide empezando por la punta;
que escogió la palabra horror
–palabra esfinge–
y la repitió hasta quedar en trance.
Horror
canta el trompo de marfil cuando gira
y con cada giro la jungla circular se expande.
Eduardo Padilla (Vancouver, 1976) es traductor, jugador compulsivo y autor de Wang, vector (Ornitorrinco); Zimbabwe (El Billar de Lucrecia); Minoica (escrito en colaboración con Ángel Ortuño, publicado en editorial Bonobos) y Mausoleo y áreas colindantes (La Rana). Su libro más reciente es Blitz, publicado en la editorial filodecaballos.