Eduardo Padilla. Te encontré en un baldío

 

Te encontré en un baldío

 

y no entiendo

quién descarta

algo tan bello

y sin marcas

de abuso

o varios

tipos de violencia

racionada

que nadie nota

hasta que la grieta rompe

la fachada

y los gritos

se escuchan

en el campanario.

 

No eres la típica cabeza

que leyó a Hegel

y se sintió tomada del pelo.

Lo digo porque las conozco de cerca

de haberlas besado

en los bares

para probar

si servían

y siempre me fui

sin comprar nada.

 

¿Eres un baúl lleno de estampas?

Si es así

no conozco ninguna.

Acaso todos tus aviones

están de cabeza.

Pero así soy yo,

que te quiero excepcional

y sin nadie

que te reclame.

 

Pero tampoco quiero

que te creas la gran cosa.

 

No eres ningún misterio

en la habitación de los mapas.

No eres un nuevo mundo

lleno de cabezas

que colgar.

Ni tampoco eres

un catálogo de promesas

rotas

como lotes baldíos.

 

Si fueras tan interesante,

te lo apuesto,

no estarías aquí

sin lengua,

hablando conmigo.

 

Cualquier otro

ya te habría dado un nombre,

pero yo te quiero

sin saber cuál de tus lados

va hacia arriba.

 

Tienes suerte

de estar conmigo.

Porque yo no soy como los demás.

Se necesita valor

para no asignar un valor

pero luego nadie

lo aprecia.

 

Y no me veas así.

Yo no espero nada.

Aunque igual

a la larga

podrías aprender

a quererme.

 

 

 

 

 

 

Eduardo Padilla es autor de esto y aquello.

 

Imagen: Francis Bacon

 

 

 

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