Comunidad Terapéutica
I.
Primero el grito y luego callan:
fugas, punto de escape
cuarto de contención.
Me volví la piedra
la mano que arroja la piedra
el golpe y la cara.
Nubes, paredes blancas
rebotando en el ruido.
Decir manicomio es querer decir
delincuencia organizada
en primer grado de secundaria.
El sonido que hace la excavadora
posee cierta melodía.
Quienes avientan la tierra al aire
no ven ningún problema.
Mi madre no tejió una bufanda
ni unas calcetas rosadas.
Ella tejió para mí
una camisita de fuerza
talla recién nacida.
Por eso decir vigilancia es decir manicomio
ni todas las enfermeras ni los guardias
ni todo el amor del mundo podría
depositarse en una lágrima de leche materna.
Decir manicomio es comer sanamente
acompáñame a comer en silencio
y escribe los poemas médicos que hablan sobre mí.
La enfermera lee en voz alta el reporte:
La paciente se negó a consumir alimentos
se le ha escuchado llorando en su habitación
se le ha visto llorando en la sala
se le ha visto sentada en un rincón
dentro de la regadera.
La enfermera sigue recitando el poema sobre lo que hizo
y no hizo la paciente.
La grúa está llevándose el coche
con todos tus traumas.
Yo estuve frente al espejo de la cámara de Gesell
y miré observar a los estudiantes de Medicina
los observé mirar cómo yo miraba.
Detrás del espejo intentan hallar
un cuadro clínico;
aprenden características
memorizan gestos
dan lectura a la depresión
leen el edificio
alturas, ruinas
ventanas desde donde quise arrojarme.
Entonces cámara de Gesell
e intentan entrar, diseccionarme
y los dejo pasar a mi casa
les sirvo té mientras conversamos
en la sala de estar
observan los muebles
las pinturas y exclaman:
oh, qué paisaje tan bello
es tan abstracta esa idea
tienes demasiadas fotografías de tus padres
por toda la habitación.
Me recuesto sobre mi cama y preguntan:
¿has tenido orgasmos?
Yo les sirvo más té
y pregunto, queridos terapeutas
estimados terapeutas
¿qué tal preparo el té?
Reímos y reímos
pero mi taza ha permanecido todo este tiempo vacía
porque en esta charla donde analizan
la arquitectura de mi casa
mi establo de animales salvajes
mis esculturas deformes
mis rasgos genuinos que más que genuinos
definen como paternales
la paciente soy yo.
Sé buena
sé buena anfitriona
están violando mi mente pero es una simulación.
Cada pregunta jala el gatillo
y cada respuesta dispara.
Dije lo mismo pero siempre hago lo mismo.
Terapia de emociones
tengo una última pregunta, doctor:
¿en qué lugar de mi mente sepulté a mi mascota?
No necesito una respuesta contundente
no necesito nada.
Iveth Luna Flores (1988). Este texto es un adelanto de su primer libro, ganador del premio Cervantes en el 2016, que pronto será editado en Tierra Adentro.