Juan Antonio Alfaro. Raqueros

 

Raqueros

 

No debería de enseñar a nadar a un pato de tina.

 

Mejor recorrer la playa a destiempo y percibir

el ritmo de cada exhalación de los nadadores

cuando su boca todavía está en el agua.

 

En cambio llega la sensación de encontrar una oreja humana

a la orilla del mar rodeada por hormigas. La cámara

entra al fondo de la oreja. La cámara avanza mientras

empujo mi carrito de supermercado. Me sigue.

Me sigue y esa es mi victoria sobre el capitalismo.

 

Empujar un carrito de supermercado a la orilla

del mar es mi victoria sobre el capitalismo.

 

Empujar me da pereza. Imitar las imágenes a la orilla

del mar es mi pereza. Imitar a los bañistas y recoger

las monedas que los raqueros no alcanzaron al fondo

del mar es mi victoria sobre los turistas.

 

Los turistas sacuden la sal de sus cuerpos

a la salida del estacionamiento y olvidan

su dolor cuando observan ondular el estómago

de los niños que ayuda a predecir con exactitud

la temperatura y agitación de las respiraciones.

 

Estoy, en este momento, grabando en cámara lenta

los granos de la arena y los comparo con un apiario.

El lenguaje es un apiario formando un círculo.

Su ritmo también es monótono como un círculo.

Igual de valioso que jugar al tenis para mantenerse ágil.

 

La victoria de las tablas de surf es viajar como

reinas de la primavera en el techo de los autos.

La pereza es tratar de enseñar a nadar a un pato de tina.

Ser un pato de tina es la victoria del pato sobre la tina.

 

Muy seguro a la orilla del mar un raquero espera

y pesca un motor abandonado. Al fondo el sonido se hila

y suenan las olas como suenan todos los poemas con mar.

 

O casi todos.

 

 

 

Juan Antonio Alfaro. Nació en San Luis Potosí en 1991.

 

Imagen: James Ensor

 

 

 

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