Mi abuela en patines
Mi abuela en patines, siempre pensé en mi abuela en patines:
hubiera sido fácil,
de no ser porque sí pudo haberlo hecho, pero no lo hizo: el problema es que dejó de bailar
demasiado pronto,
y cuando se dio cuenta, ya no había patines de su número
ni pistas,
ni ganas, porque
a veces hacen falta
más que los patines
las ganas,
y una voz que te jale a la pista;
en patines o en zapatillas, una voz apuesta y generosa, o no,
quizá sólo una voz:
por eso luego parece que una siempre habla sola, pero las ganas
decía mi abuela
y escuchábamos gorriones en el patio, que bailaban.
Aunque varios pares trajo de fayuca, alcanzó a conseguirme unos
que estrené en un pista de debut y despedida
lo que ya no sé, si de patines o de zapatillas;
donde
eso del desliz se me negó un poco:
pero no mucho; porque las ganas
decía en patines,
mi abuela, sus breves zapatillas
y un vocerío de aves en el patio.
Maricela Guerrero, Ciudad de México, 1977. Recibió sus primeros y únicos patines de fayuca en 1985, pero no aprendió el arte del desliz. No ha publicado ningún libro con ese tema pero lo hará próximamente, eso si el desliz no llega primero.