Maricela Guerrero. Poemas

 

Preguntas[1]

 

¿Escribimos poemas para preservar la especie?

 

Escribimos poemas y trazamos rutas para transmitir una información que muestre

cómo seguir la vocación de alegría:

luciérnagas

bacterias luminosas.

 

Echarse al lomo de la loba bosque arriba.

 

Detener es otra forma de fluir.

 

 

Baldíos [1]

 

Aquel domingo en la exposición estuvimos radiantes.

 

Ahora estoy trabajando el poema sobre Baldíos, te propuse mi hipótesis:

 

—los poemas como centros de investigación, nos hemos propuesto laboratorios para pensar

problemas—

Una premisa, determinar qué es lo lícito lo ilícito. Si fuésemos hierbas o plantas o

árboles, ¿en qué clasificación estaríamos?

La hipótesis:

“El glifosato trata a todas las plantas como el Estado trata a todas las personas en la cacareada lucha contra el narcotráfico”; es decir en su función plaguicida contra los cultivos ilícitos, el glifosato arrasa con toda la flora de una región, enferma y envenena no sólo lo ilícito, lo lícito; también extiende su huella destructora, supresora a lo largo del tiempo y el espacio.

 

Dices que habría que pensarlo,

que para el Estado hay unas vidas que importan más que otras, y esta hipótesis no lo está

considerando.

 

Lo lícito, ilícito. Plantas que generan daños, digamos, cultivos que producen capital para emprendedores del negocio de los narcóticos: ilícitos/lícitos negocios de la agroindustria que acaban con las semillas endémicas con la flora endémica con la fauna endémica con la población de una región y las enferman.

Lícito-ilícito determinaciones binarias determinadas por el Banco Mundial y otras corporaciones.

Abundo un poco más y te digo que:

considero para esta hipótesis que la naturaleza de todas las plantas—incluyendo las narcóticas—, no es nociva, como no lo es la naturaleza de las personas —incluyendo a quienes consumen o trafican–.

Reverberas, ebulles que en el sistema en que vivimos hay unas vidas que importan más que otras; riposto que para los términos de este poema:

La naturaleza destructora del glifosato no es natural como lo es la naturaleza del Estado al servicio del capital que ha echado a andar máquinas de destrucción que incluso operan contra sus propios goznes:

 

Lícito/ilícito

Me dices que los maíces que consumimos ya no son lo que eran.

Propongo:

 

Hacer una lista de los nombres comunes y de los nombres científicos de árboles y plantas de América Latina junto con los nombres de las plantas que se cultivan para el tráfico de drogas colocarlos en un lienzo y ponerles una sustancia que los vaya borrando lenta y documentablemente.

 

Respondes que eso estaría bien, pero que la primera parte de la hipótesis debería reformularse.

 

Ahora tenemos un problema

Un laboratorio

Y una serie de tareas por abordar.

 

Mientras seguimos conversando radiantes.

 

 

De cómo las galas de ciencias, arte, poesía y Humboldt suspenden algunas trabas de la felicidad social

Todas las noches se reúnen en grandes salas, muy bien iluminadas con lámparas de Argand, centenares de jóvenes, de los cuales unos dibujan al yeso o al natural, mientras otros copian diseños de muebles, candelabros u otros adornos de bronce […] Aquí Se hallan confundidas las clases, los colores y las razas: allí se ve al indio o al mestizo al lado del blanco, el hijo del pobre artesano entrando en concurrencia con los principales señores del país. Consuela, ciertamente, el observar que bajo todas las zonas del cultivo de las ciencias y las artes se establece una cierta igualdad entre los hombres, y les hace olvidar, a lo menos por algún tiempo, esas miserables pasiones que tantas trabas ponen a la felicidad social.

Alexander von Humboldt: Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, Capítulo VII

 

Para Javier Bello

Irse de espaldas y mirar a la bóveda infinita qué cosmos qué noche qué nada: la ciudad de México era un trozo de vegetal perdido al fondo de un tazón de químicos y excesos: sopa de lluvia ácida que no se detiene nunca: un trozo de algo macerándose en su propio mugrero; entonces recitales en medio del apocalipsis ambiental, así reunidos en un templo alrededor de galas de poesía y efluvios: discusiones sobre la noche latinoamericana, que cuando no se sumerge en sus propias aguas sucias, se sumerge bajo las ráfagas y las tanquetas, los milicos y los estados de excepción: entonces Humboldt generoso abriendo las vitrinas con semillas, los manuscritos, las clasificaciones, estadísticas, tablas, numeralias: remedios y trapitos a las desigualdades, comprensión aguda de la injusticia y pasmo ante las caudas de miserias repartidas en proporciones desmesuradas a coloridas castas: quién diría entonces que aquel mezcal de agave salvaje reservado tantas noches, más de 79 303 por aproximación y cálculo estimado, desde que el geógrafo desembarcó en americanas tierras, nos esperaba de su mano; y entonces qué: semillas, almanaques, estadísticas, seguimos mirando boca arriba y no amanece, cornucopia de abundancia y referencias al Bío Bío, coordilleras y agave destilado en grados altísimos de alcohol; siete mil kilómetros por tierra por carreteras de Ciudad de México a Santiago por cósmicas noticias de aves de plumajes licenciosos y festivos, que desaparecen bajo la forma de un modelo económico, listas de personas que se esfuman esta noche y otra: derroches de la industria del agave, de la industria textil, agricultura e industrias extractivas: sueños y esta lluvia sucia, que parece no menguar de Groenlandia a Patagonia, y algunas desmesuras bajo las lámparas de Argand tan en desuso; y quién diría, Humboldt, que aquel mezcal reservado y versos y noches: personas de arriba y abajo de una pirámide social multicolor y clases en esta ocasión nos reconforta nos trae el alma al cuerpo para seguir así bajo las luces de un quinqué cósmico y preciso para reunir nuestras suposiciones y acomodarlas alrededor de piezas, almanaques, croquis, gavetas y un regocijo inusitado; porque entonces iluminación, noche que brilla de algo como alegre en que parece tan posible, que aún en estas condiciones de erosión: estas reuniones sean propicias a una especie de felicidad social, donde ligeramente se disuelven inequidades y que esperemos que no mengüen, así mientras amanece, miramos boca arriba y al cobijo de palabras y amistad, nos guarecemos.

 

 

[1] Basado en la obra homónima de Johanna Calle, https://artishockrevista.com/2016/01/05/obrar-silencio-dialogo-escrito-johanna-calle/

Se publicó la traducción de  Johanna Schwering, en Blau ein Kuntsmagazine, No. 30, Berlín , septiembre 2018.  

 

[1] El sueño de toda célula, IVEC y Antílope Ediciones, Ciudad de México, 2018.

 

 

 

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