Roberto Ibáñez Ricóuz. Dinosaurios

 

Dinosaurios

 

Lejos las atroces fauces

del Tiranosaurio Rex

-ahora incluso se esboza una sonrisa al nombrarlo-

Lejos la imaginación,

el terror de un depredador gigante

dragón o lagarto terrible

meteoro que cae a lo lejos

dios máquina

que nos libra de correr

cada mañana delante de las bestias.

 

O despertar y que el dinosaurio permanezca:

nada de eso queda,

no hay temor de que cada cierto tiempo

un pterodáctilo pase volando

en el mismo canal y a la misma hora.

 

Nada que temer.

 

Salvo quizás el molesto momento

en que te quedas sin palomitas de maíz

y tienes que interrumpir la visión

de Godzilla comiendo personas como sushi,

atormentando una ciudad japonesa

quizás Nagasaki, quizás otra, quién sabe,

la imaginación soporta límites insospechados.

 

Así lo sabe un hermano o primo más pequeño

empeñado en recrear el pleistoceno

en su habitación

dedicado a espiar sus pequeños

dinosaurios de plástico y tolueno

a ver si por la noche recrean

la prestidigitación del cine

y gruñen por su propia cuenta

incluso, si la suerte ya es mucha

que un Spinosaurus le devore un dedo

como juego, claro,

mejor aún,

como vio en varias películas

antes incluso de poder masticar las palabras.

 

 

 

Roberto Ibáñez Ricóuz. Licenciado en Letras. Sus poemas aparecen antologados en Halo: 19 poetas nacidos en los noventas, 90 revoluciones y Parias poetas y borrachos. Obtuvo el premio Roberto Bolaño de escritura joven y una mención honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral.

 

 

 

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