Roberto Piva. Oda a Fernando Pessoa

MARTELOS AGALOPADOS

 

Oda a Fernando Pessoa

Roberto Piva

 

 

El radio toca Stravinsky para hombres sordos y yo recompongo en mi imaginación

tu vida triste pasada en Lisboa.

¡Oh Maestro de la plenitud de la Vida cabalgada en Emociones,

Mis amigos y yo te saludamos!

¿Dónde estarás sintiendo ahora?

Yo te llamo entre la multitud con mi voz arrebatada,

A ti que eres también Caeiro, Reis, Tú-mismo, pero es como Campos que voy

a saludarte, y sé que no te sentirás por eso.

Quiero ofrecerte el palpitar de mis días y noches,

A ti, que escuchaste todo cuanto pasó en el universo,

Gran Aventurero de lo Desconocido, el canto que me enseñaste fue de liberación.

Cuando leo tus poemas, se extiende por mi alma dentro una comezón de

saudade de la Gran Vida,

De la Gran Vida azotada por el sol de los trópicos,

De la Gran Vida de aventuras marítimas salpicada de crímenes,

De la Gran Vida de los piratas, Césares del Mar Antiguo.

Tus poemas son alegres gritos de Posesión,

Vibración nacida con el Mundo, diálogos continuos con la Muerte,

Amor hecho a la fuerza con toda la Tierra.

 

Siempre llevo tus poemas en mi alma y todos mis amigos hacen lo mismo.

Sé que no sufres físicamente por los que están enfermos de Saudade, mas de

Madrugada, cuando exhaustos nos sentamos en las plazas. Tú estás con nosotros, yo

sé de eso, y te respiramos en la brisa.

Quiero que vengas a compartir con nosotros las orgías de medianoche, queremos ser

para ti más que para el resto del mundo.

Fernando Pessoa, Gran Maestro, ¿en qué dirección apunta tu locura esta noche?

¿Qué paisajes son estos?

¿Quiénes son estos locos con gestos de bailarines?

 

Vamos, el suburbio de la ciudad espera nuestra aventura,

Las niñas ya abandonaron el sopor de las familias,

Adolescentes iletrados nos esperan en los parques.

Vamos con el viento en el follaje, por los planetas, cabalgando luciérnagas ciegas

hasta el Infinito.

Nosotros, tenebrosos vagabundos de São Paulo, te ofrecemos en incensario para una

bacanal en espuma y furia.

Quiero violar todas las superficies y a todos los hombres de la superficie.

Vamos a vivir más allá de la burguesía triste que domina mi país alegremente

Antropófago.

Todos los desconocidos se nos acercan.

¡Ah vamos a girar juntos por la ciudad, no importa lo que hagas o seas, yo te

abrazo, vamos!

Alimentar el resto de la vida con una hora de locura, mandar a la mierda todos los

deberes, patear a los sacerdotes cuando pasen entre nosotros por las calles, amar a los pederastas por el simple placer de traicionarlos después,

Amar libremente a mujeres, adolescentes, desobedecer completamente una orden

por cumplir, en una orgía insaciable e inacabada de todos los propósitos-

Sombra.

En mí y en Ti todos los ritmos del alma humana, todas las risas, todas las miradas,

todos los pasos, los crímenes, las fugas,

¡Todos los éxtasis sentidos a un tiempo,

Todas las vidas vividas en un minuto Completo y Eterno,

Yo y Tú, Toda la Vida!

Fernando, vamos a leer a Kierkegaard y Nietzsche en el Jardín Trianon por la mañana,

mientras los niños juegan “A la rueda de San Miguel” al lado.

Vamos a recorrer los callejones del centro los domingos cuando toda la gente decente

duerme, y sólo los adolescentes borrachos y las putas se encuentran en la noche.

Tú, todos los niños vivaces y soñolientos,

Caricia obscena que el niñito de ojeras hizo al compañero de clase y el

profesor no ve;

Tú, el Extenso, latitud-longitud, Portugal África Brasil Angola Lisboa São Paulo y el resto del mundo,

Abrazado con Sá-Carneiro por la Rua do Ouro arriba, de la mano con Mário

de Andrade en el Largo de Arouche.

Tú, rumor de las planicies, tumulto del tráfico en la hora del rush, repique de las

campanas de São Bento, hora tristona del atardecer visto desde Viaduto do Chá,

Digo en susurro tus poemas al oído de Brasil, adolescente moreno enarbolando

papagayos en América.

Vamos a ver la luz de la Aurora lanzando chispas en las ventanas de los edificios, escurriendo

por las aguas del Amazonas, radiografiándose en la caatinga nordestina, declinando

en el Corcovado,

Escuchemos la bossa-nova recostados en la palma de la mano de Cristo y la batucada

venida directamente del corazón del cerro.

Tú, la salvaje inocencia en los besos de los que se aman,

Tú, el emancipado, el repentino, el libre.

Ahora, ven conmigo al Bar, y beberemos de todo sin pasar por la caja,

Vamos al Brás a beber vino y comer pizza en el Lucas, para que después vomitemos

todo arriba del puente,

Ven conmigo, yo te mostraré todo: el Largo de Arouche de tarde, el Jardim da Luz

por la mañana, veremos los tranvías tambalearse entre los rieles de la Avenida,

asaltaremos el Fasano, iremos a ver “las luces del Cambuci por las noches de crimen”,

en que está la chiquilla-mujer violada por nosotros en un día de Lluvia y Tedio,

No te llevaré a Paissandu para que no despertemos el sexo de Mário de Andrade

(¡pobres de nosotros si se despierta!),

Pero vamos a respirar la Noche de lo alto de la Serra do Mar: quiero ver las estrellas reflejadas

en tus ojos.

Sobre los niños que duermen, tus palabras duermen, yo me acerco a ellos y

les doy un beso familiar en el rostro.

Tu canto para mí fue música de redención,

Para todo y todos la recíproca atracción de Alma y Cuerpo.

Dulce intermediario entre nosotros y mi manera predilecta de pecar.

Descartes tomando baño-maría, pienso, luego miento, en la ciudad futura, industrial

e inútil.

Mundo, fruto madurado en mis brazos arqueados de envolverte,

Resumiré para Ti mi historia:

Vengo a los empellones por los siglos,

Encarno a todos los fuera-de-la-ley y a todos los desequilibrados,

No existe un  gánster juvenil preso por robo o ningún loco sexual

que yo no acompañe para ser juzgado y condenado;

Desconozco el examen de conciencia, nunca tuve remordimientos, soy como un lobo

disonante en las lejanías de Dios.

Los que me aman danzan en las sepulturas.

Desde la ventana abierta miro las estrellas diseminadas en el cielo; ¿dónde estás,

Maestro Fernando?

¿Fuiste a llevar la desobediencia a los aplicados del Jardim América?

¿Das un lirio para quien huya de casa?

¿Gran insurrecto, es verdad?

 

Vamos al norte a amar las cosas divinamente agrestes.

Vamos para allá, Fernando, a bailar maxixe en Bahia y beber cerveza hasta caer con un

estruendo sordo en el centro de la Cidade Baixa.

¿Sabes que hay más vida en un rincón de Bahia o en un cerro carioca que

en todo São Paulo?

¿São Paolo, mi ciudad, hasta cuándo serás el convento de Brasil?

Hasta tus comunistas son más puritanos que los sacerdotes.

¿Pardos burócratas de São Paulo, vamos a huir a las playas?

Oh ciudad de las sempiternas monotonías, ¿cuándo te partirás por la mitad?

Quiero escupir en el ojo de tu Gobernador y quemar los troncos medrosos de la selva

humana.

¡Oh facultad de Derecho, antro de asnos elocuentes de la masturbación transferida!

¡Oh juventud sofocada en las Iglesias, vamos al aire puro de las mañanas de septiembre!

¡Oh mayor parque industrial de Brasil, cuando limpiaré mi culo en ti?

Hornilla de mi Tedio transbordando hasta el Espasmo.

¡Horda de brutos galopando mi rabia!

Sé que no hay horizontes para mi desasosiego sin nexo,

¡No me limiten, mercaderes!

¡Quiero estar libre en medio del Diluvio!

¡Quiero beber todos los delirios y todas las locuras más profundamente que

cualquier Dios!

¡Atrás de la raya, guardia familiar del alma de los fuertes:

yo quiero ser como un rayo para ustedes!

¡Violencia sincopada de todos los boxeurs!

Brasileña de Chiado en días de borrachera de absinto.

Envergadura de todas las náuseas de la vida pasada en caricias de Infinito.

Todo duele en tu alma, Nando, todo te penetra, y yo siento contigo el íntimo tedio

de todo.

Realizaré todos tus poemas, imaginando qué feliz sería si pudiera estar

contigo y ser tu Sombra.

 

 

Traducción de Sergio Ernesto Ríos.

 

 

 

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