Santiago Vizcaíno Armijos. Yo era una máquina de hacer poemas

 

Todo como una ciudad

 

En la ciudad todo modorra

Todo asfalto lleno de humo

Todo cemento carbonizado por el continuum del presente

Todo rostros tristes como mapas antiguos

Todo malestar tapando las alcantarillas

Todo futuro finalmente vuelto olvido

Como una moneda sin caras

Como el deseo de nada

Como una roca de aire

Como una palma dibujada en una nube

Como un vidrio trizado por el golpe del cuerpo de una mosca

Toda quietud moldeada por una uña sucia

Todo movimiento empolvado

Todo aquelarre suspendido bajo la tierra

Todo motivo imposible de habitarse

Toda humedad ya seca por la indiferencia

Todo pálpito insonoro por el ruido de las hordas

Todo material confundido con fuego

Como un fasma de una sombra

Como un arcoíris negro en una noche blanca

Como papel cortado por un niño mudo en una noche ciega

Como vos allí sentada tropezando con la imposibilidad

Como vos allí medio dormida ejerciendo la modorra

Como la ciudad lloviendo atolondradamente

 

 

Yo era una máquina de hacer poemas

 

El sentido se pegaba,

embarraba la calle,

se volvía el pastoso mecanismo

que provoca la explosión.

Qué triste aburrimiento me ha cegado.

Yo era una máquina de hacer poemas.

La madrugada absorta estrujaba la luz.

El humo se torcía moribundo

como borracho

caballo

de mar.

 

Ahora

solo angustia sobre la línea

devorando el silencio.

Silencio – angustia / angustia – silencio.

Ya no la bilis que recorre el tráfago del cuerpo.

Ya no el dolor firme como un músculo.

Ya no el pulso de yegua excitada.

Ya no la sombra del dedo

que te señala tu culpa.

 

Ya no soy una máquina de hacer poemas.

 

Te olvidaste de mí,

doble sexo burlón,

odiosa raíz inerte,

vaso trizado por el ojo,

plástico sepulto en la arena,

cadáver vuelto vivo.

¡Oh extraño mundo sin evidencias!

¡Qué fábula la costumbre!

 

 

 

Santiago Vizcaíno Armijos (Quito, Ecuador, 1982). Su primer libro de poesía, Devastación en la tarde, recibió el Premio Nacional de Literatura en 2008 por parte del Ministerio de Cultura y fue publicado por Dialogos Books (EEUU) en 2015, traducido por Alexis Levitin. Asimismo su libro de ensayo Decir el silencio, en torno a la poesía de Alejandra Pizarnik, obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional de Literatura en 2008 por parte del Ministerio de Cultura. Recibió el Premio Pichincha de Poesía 2010 por su libro En la penumbra. En 2015 apareció su libro de poesía: Hábitat del camaleón (Quito, Ruido Blanco) y una plaquete de su poema «Canción para el hijo» (Lima, Hanan Harawi editores). Ha publicado también un libro de cuentos: Matar a mamá (Buenos Aires, La Caída, 2012, 2015), una novela: Complejo (La Caída, 2017), y el libro de ensayo «Casa Tomada». Reinvención de un mito, recogimiento de un espíritu (La Caracola, 2018). En 2018 fue ganador de la convocatoria del Sistema Nacional de Fondos Concursables del Ministerio de Cultura por su novela Taco bajo (La Caída, 2019).

 

 

 

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