Poemas de Remus
Yendo por Federalismo, con el sol dormido sobre el cofre, mi padre me contó que su abuelo trabajó en la construcción del Golden Gate. Así nomás dijo: Tu Nino Fili trabajó en la construcción del Golden Gate. Yo me quedé mirando el horizonte encendido del tablero y los ceniceros callados, porque es un carro viejo. Por las ventanas pasaban iglesias y bares de alitas como locomotoras sobre rieles de asfalto. El cielo, por su parte, fumaba como nunca. Yo le reclamé a mi padre, el conductor, por qué no me había dicho antes. Y pregunté si quedan fotografías o diarios. Quién sabe, respondió pensando seguramente en el muro de casa de sus abuelos que ha de reparar en estos días, porque la humedad, la maleza y el olvido lo han echado abajo.
Hotel Home / You’re never on your own / All the seeds we’ve sown / All the chances that we’ve blown / […] / I’m never too far like the stars all are / I’m never too nigh, / I’m a satellite / The world will find me when the time is ripe / I’m never at home so call on Skype. 12
Hay lugares
que se cimbran
como casa
donde chimeneas
se encienden
desde el bote
de basura
ahí se está templado
y concreto
mientras uno
se pregunta
por la anagnórisis:
a qué hora saltará
del espejo o la ventana
la idéntica figura
de la noche
¿Y ahora qué vas a hacer con tus palabras / con todo el andamiaje levantado con palabras / con el barco que se hunde sobrecargado de palabras? 14
Ahora tengo mi tesoro de palabras:
tolvas y matraces
ámpulas lívidas de mí
y hasta un desarmador.
Pero el hallazgo no me sirve
para emular la casa
el movimiento
ni un susurro
que diga:
agua va
o
derrumbe
Se suplica a las visitas pagar las pepsi-colas. *Anuncios estrellados 15
la casa tapiada
y su trípode
de piedra
destellan
algo
todavía
aguas líticas
yacen
y abonan
por el canto
de la puerta
nada de esto
durará
sino la intemperie
mas un meteoro
burbujeante
en el alto vaso
de la noche
dará las notas de la cal
y de la arena
12.
Como dice el dicho,
esta ciudad tiene
dos cosas muy buenas:
una entrada
y muchos hoteles.
Suspensión
habitaciones
infladas al infinito
de precios que van
desde unas monedas
para la lavandería
hasta los gastos médicos
a terceros
por aventar el celular
en lugar de colgarle.
Molly Nilsson en
la bocina.
Fugas
y ventanas
puertas
y pasillos
alfombras dulcísimas
de pino ocre
y aromatizante
donde
unas veces se respira
mejor que en casa
lejos del fulgor
de un cuchillo
afilado
y blandido
por una mano
conocida.
Telas de mar
lejano al horizonte
esta habitación,
refugio,
donde nunca
se hace de lunes ni domingo.
14.
Dice Sergie que
Guillermo Fernández
era de San Juan de Dios.
Luego de abandonar
su casa materna
de niño,
un trailero lo dejó
en un internado
de Paracho.
Años después traduciría
Mamá Morfina
de Eros Alesi y
nos haría darle
un trago difícil
a la cerveza
para esquivar el nudo
en la garganta
mientras volteamos a ver el piso.
15.
Al fondo de la construcción
estaba este letrero
dirigido a las visitas.
En el archivo hay pocas fotos
del entorno
que no sea el gran agujero
con surcos de rieles
y personas
entre otros
detalles técnicos.
Podemos entonces saber
que durante
el gran acontecimiento
que supuso esta proeza
se tomaba refresco.
De ahí que se puede decir
que los jaiboles
negros como el astro
de la melancolía
fueron fuente energética
para la efervescencia
del edificio
y si uno pone atención
puede verse
a las burbujas
sonrientes
ondeando la mano desde la ventana
saludando o diciendo
adiós.