Yolanda García. Feliz no cumpleaños, Virginia Woolf.

 

Feliz no cumpleaños, Virginia Woolf

 

Virginia Woolf apareció al fondo del río Ouse. Dejó una carta para Leonard Woolf: “Esta vez no voy a recuperarme”… “No me queda nada excepto la certeza de tu bondad”… “No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que hemos sido nosotros.” Hoy no celebramos su aniversario luctuoso o cumpleaños. Jamás será necesario ningún pretexto para recordarla.

El famoso título de Edward Albee cuestiona, ¿quién teme a Virginia Woolf? Una mujer —como equilibrista de circo— suspendida al filo de lo humano expone el abismo sin caer. Su franca pluma invita a vivir realidades estimulantes desde la sensación de que anonadada e indiferente, la palabra acompaña y permanece. Virginia convoca desde el mínimo gesto, como la cáscara que queda cuando el día ha sido arrojado por la borda, cáscara con la que se tiene la suerte de convivir al escribir. Ella creía que las y los poetas no mueren, son presencias continuas, necesitan una oportunidad para filtrarse en cualquier texto, entre nosotros de carne y hueso.

No hace falta ser profesional para apostar por subjetividades plenas, todos podemos hacerlo, y tampoco es necesario redactar para otro, siempre hay algo que contarnos; algún recuerdo feliz e infantil, las diferentes formas de volver a casa, la banca del primer beso o sobre el instante que se desmorona. Cada momento sirve porque las redes de pescar palabras están llenas de palabras. Y para decirlo con Virginia: “se trata de ritmo, una vez logrado es imposible usar palabras equivocadas. Una visión o emoción crean un efecto de ola en la mente antes de poder describirla. Al escribir se debe capturar esa ola que rompe y da vueltas en el cerebro. Si sabemos escuchar, las palabras adecuadas vendrán.”

En tiempos de vértigo virtual buscamos interlocutores desesperadamente y cuando estamos satisfechos nos desvinculamos sin dar explicaciones. Quebramos cualquier comunicación con la misma facilidad con la que la establecemos. El otro es más útil si puedo desecharlo rápido. Nuestro compromiso con historias de largo aliento pende de hilos delgados. Todo debe ser inmediato, visible, maquillado o adornado con lentejuelas. Al seguir su consejo abonamos a construir la génesis social del conocimiento desde horizontes de transgresión, duda y reflexión.

En tiempos de virus apocalípticos, de falsas noticias, escribir debe ser algo más. Algo no exclusivo de tareas escolares o reportes de oficina. Escribir agrega un cuarto en la casa de la vida y aunque redactar sueños, anhelos, certezas, dudas o secretos no rompe el embrujo cotidiano, ayuda a combatirlo.

 

 

Yolanda García

 

 

 

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